Verano Covid-19 (IV) Descubriendo el sur de Catalunya

Fuimos dos días a una de las calas más cercanas a la Ametlla de Mar, l’Estany Tort. La cala era muy agradable, aunque tenía muchas algas y muchas piedras. Una vez más, vimos de cerca las consecuencias de Gloria.

Lo peor es el hedor de las algas. Resulta muy desagradable y te da la sensación de estar bañándote en agua sucia. El viento de mar tampoco ayudó, así que fueron dos días de baño regular.

El segundo nos recomendaron la Platja de Santa Llúcia, en la parte costera de El Perelló, a pocos quilómetros de la Ametlla y decidimos probar. También nos recomendaron la Cala Sant Jordi, aunque nos advirtieron de que era muy probable que no nos dejaran entrar por cuestiones de aforo, así que decidimos descartarla e ir directamente a Santa Llúcia.

Santa Llúcia resultó ser una playa ideal para nuestras necesidades: poca gente, sombra entre los pinos, aguas tranquilas y cristalinas y rocas con buena visibilidad y pesca. El primer día tuvimos un poco de lluvia, pero los otros dos hizo buen tiempo y el mar se mantuvo en calma. Hay un chiringuito al que no llegamos a ir y duchas (en nuestra parte no funcionaban). Es una playa muy larga que va haciendo diferentes recovecos y que cuenta con una zona de aparcamiento amplia.

Por último decidimos dedicar un día al Delta. Desde la Ametlla se tarda aproximadamente una hora en llegar, así que sólo fuimos un día para no cansar a las niñas. Pasamos por verdes campos de arroz hasta llegar a Deltebre, cruzar el puente a Sant Jaume d’Enveja y de allí, a la Platja del Trabucador.

El Trabucador es una fina lengua de tierra que se endinsa en el mar justo delante de Sant Carles de la Ràpita. De un lado tenemos el mar y del otro una curiosa bahía con aguas muy poco profundas, muchas conchas y muchos peces (las bateas de mejillón de Sant Carles los atraen). Al final de la playa hay unas salinas de las que no paran de salir camiones (en parte es gracias a ellos que se mantiene en buen estado la lengua de tierra) y, al final de todo, tenemos una reserva con flamencos y otras aves. No se puede acceder en coche pero si andando. Es un paraje de ensueño.

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Fuente: Pinterest

Las niñas disfrutaron mucho de la playa y nosotros también. Victoria estaba encantada porque podía caminar y caminar y seguía haciendo pie y la pequeña Olivia por fin descubrió lo que es un buen baño en el mar, con agua templadita y muy limpia.

Recogimos muchas conchas y caracolas y mis padres disfrutaron mucho viendo peces, aunque no hubo suerte y no pescaron nada.

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